Wednesday, October 24, 2012

La Solución


“Ya estás buscando la solución o la moraleja. ¡Pobres locos! Se os figura que el mundo es una charada o un jeroglífico cuya solución alguna, esto no es ningún acertijo ni se trata aquí de simbolismo alguno. Esto sucedió tal cual te lo he contado, y si no me lo quieres creer, allá tú.” --  Relatos de Unamuno, El que se enterró


Quince minutos después del terremoto de febrero 2010, un tsunami devastó la ciudad de Constitución, Chile. Se llevó la mitad de la ciudad, incluso un barrio donde vivían muchos pescadores, porque quedaba cerca al río. Un hombre que vigilaba el departamento donde vivimos como misioneras era de ese barrio. él nos acercó y nos pidió que pasaramos para visitar su esposa.


El tsunami llegó donde el mar y el río se juntan.




Ya no había calles ni números ni direcciones, entonces estuvimos media hora preguntado por su familia. Casi nos dábamos por vencidas, pero al final, alguien le conocía, y nos guío a su habitación. Nos llevó a una mediagua, donde la esposa nos invitó a pasar.


 Mediaguas como se construyeron después del tsunami.


Nunca olvidaré los momentos que sucedieron. Nos contó de su casa de antes, de las fotos y los recuerdos que habían perdido. Antes tenían un auto y una casa buena con todo lo suficiente de retirarse, pero ahora no tenían casi nada. Tal como el amigo de Emilio, yo quería darle consuelo y prometer las bendiciones de Dios por medio de Su evangelio y la oración, pero ella no quiso escuchar. Ella tenía rabia. Rabia con todo, con la situación, pero más que nada, tenía rabia con Dios. No podía entender por qué Dios había permitido que pasara ese horror en su vida, y lo más que yo intentaba a ayudarla, lo más que se enojaba.

Al final, quedé escuchando sus gritos. Jamás en mi vida he sentido tan inútil.  Igual al amigo de Emilio, estaba buscando la solución, una que sanaría su pena. Pero al principio no podía entender que ella, como Emilio, no quería una solución. Emilio quería que alguien le escuchara aunque él sabía que su amigo no entendería completamente.

No estoy segura como, pero quedamos nosotras dos llorando cuando ella nos mostró la ducha comunal que usaba, y le abrazamos. Emilio comparó a su amigo a un perro, diciendo que igual al perro, el amigo no podía entender lo que él les estaba diciendo. Tampoco yo podía entender exactamente lo que la esposa estaba pasando, pero me sentía algo de su pena. Eso era lo que ella necesitaba, mucho más que a una solución.

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