En una poesía escrito por el autor
Pablo Neruda, él describa con casi una admiración divina el tomate, y el lugar
que posea en la vida chilena. Como vive en Chile por un año y medio en casi el
mismo lugar donde Pablo nació, les puedo prometer que los tomates son tan
increíbles. En serio. Los encuentran en cada lugar: en cada negocio de la
esquina, en cada mesa, en las bolsas de cada abuelita que camina por la
callecita. Los comía y comía y jamás me cansaba de comerlos.
No obstante, él describa más que el amor por los tomates. Primeramente, para mí describa a Chile de verano. Él utiliza líneas muy cortas, muchas veces con una o dos palabras por línea. Por eso, tiene que leerla muy lentito, y “se sienta reposado” al leerlo. El almuerzo, llena del tomate, tampoco se puede apurar. Cuando se pasa a almorzar, nada mas en el mundo le importa, sino obligar a su estomago a caber toda la comida que sea posible. El ritmo lento del almuerzo y la poesía nos ayuda disfrutar aun más de la comida física y mental. También, cuando va para comprar el tomate, va por la feria. Pablo usa palabras vibrantes para expresar ánimo. Allí en el calor despacio, todos están charlando, hay colores vibrantes en cada barraca, y cosas para oler. El ritmo y uso de palabras en la poesía corresponde perfectamente con el ambiente del verano.
Por medio de sus palabras
descriptivas, Pablo nos ayuda sentir ese amor profundo que él tiene por el
tomate por nosotros mismos. Casi podemos ver el jugo del tomate que “corre por
las calles”. Para describirlo aun más, usáramos la analogía de la navidad.
Puede ver reliquias de la navidad todo el ano. No obstante, cuando más se acerca
el mes de diciembre, se llena las calles de las decoraciones y casi se puede
sentir el ánimo en el aire. Esta en cada lugar, en cada tienda, es “profundo,
inagotable”. Creo que ese sentimiento es lo que Pablo describa con los tomates.
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