**Sé que ya hemos hablado de ese poema, pero hablo de algo personal, y no tenia las fotos antes. Quería hacerlo bien si lo hiciera.
MECIENDO
El mar sus millares de olas
mece, divino.
Oyendo a los mares amantes,
mezo a mi niño.
El viento errabundo en la noche
mece los trigos.
Oyendo a los vientos amantes,
mezo a mi niño.
Dios Padre sus miles de mundos
mece sin ruido.
Sintiendo su mano en la sombra
mezo a mi niño.
mece, divino.
Oyendo a los mares amantes,
mezo a mi niño.
El viento errabundo en la noche
mece los trigos.
Oyendo a los vientos amantes,
mezo a mi niño.
Dios Padre sus miles de mundos
mece sin ruido.
Sintiendo su mano en la sombra
mezo a mi niño.
En el momento que leí “meciendo”, tuve ganas de escribir un blog acerca del poema. El tono del poema parece provenir de una madre, que esta meciendo a su niño mientras que el mar y el viento hacen ruido en el fondo. Aunque el mar es un símbolo de tranquilidad para muchas personas, es lo opuesto para mí.
Serví una misión para La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días en la ciudad de Constitución, Chile. En febrero del año 2010, un terremoto de 8.8 devastó la ciudad cercana de Concepción. En Constitución, un tsunami causado por el terremoto se llevó la mitad de la ciudad, con mucha gente, casas, y personas que yo amaba. La mayoría de las personas huyeron hacia los cerros y se salvaron, pero muchos perdieron todo lo que tenían. Mucho tiempo después del terremoto, nadie se atrevió acercarse al mar. El dicho “vienen las olas” significaba que había posibilidad de otro tsunami, y eso daba miedo.
Antes:
Despues:
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